viernes, 9 de mayo de 2014

Arreglos

Hacer visible la historia, sin disimular. Mejor reparar con lacas de oro y plata que una cola transparente. Que se vean bien las cicatrices. Puede quedar incluso un resultado tan o más bonito que la pieza original.

Kintsugi

Cuando se trata de restaurar obras de arquitectura (si es que debemos restaurar), diferenciar bien lo nuevo de lo viejo es ser honesto. Como hizo Grassi en el polémico proyecto del teatro de Sagunto:



Pero cuando llegamos a la pintura y la escultura, la cosa se pone cruda. Devolver los colores a los frescos de la Sixtina causó impacto y dolor. Limpiar telas que parecían oscurantistas para recuperar fondos mucho más iluminados, replantean estudios de arte. La Virgen, el niño Jesús y Santa Ana de Leonardo sufrió una restauración muy discutida porque se hizo una limpieza muy profunda y repintaron huecos.


¿Devolvemos como buenamente podamos a las piezas su integridad o las dejamos envejecer y morir?
¿Qué pasará con el David de Miguel Ángel y sus peligrosos tobillos fisurados?

En todo caso, que nos guíe la prudencia, no vaya a pasarnos como con el desdichado Ecce Homo de Borja.


4 comentarios:

  1. Arreglar con criterio siempre está bie, siempre que la restauración sea reversible y se vean a simple vista las zonas reintegradas. De acuerdo en retirar un barniz amarillento que oscurece la pintura y cambiarlo por uno nuevo que realce los colores originales. El problema está cuando se usan veladuras en el óleo (el artista mezcla barniz con pintura para dar capas de color semitransparentes). Como el restaurador no tenga cuidado, corre el riesgo de llevárselas por delante... Y eso ya entra en categoría "cargarse la obra"

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    1. Eso es lo que pasó con el trío de Leonardo. Dimisión de los jefes del equipo del Louvre. Desastre. Se cargaron parte del sfumato. Y no hace tanto.

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  2. Dificilísimo, querida colega. en cuanto a escultura y sobre todo a pintura. En arquitectura queda clarísimo que hay que diferenciar lo nuevo de lo antiguo y es de chapucero intentar imitar, aún así, tanto tú como yo podríamos poner nombres y apellidos a mucho memo famoso que ha hecho barbaridades. Hace muy pocos días puse algo de eso en mi blog.

    http://francesccornado.blogspot.com.es/2014/05/restauracion-del-patrimonio_2.html

    Coincido contigo en que la restauración de Giorgio Grassi fue respetuosa y lò felicito, se enojaron muchísimo los mandamases incultos.
    Salud
    Francesc Cornadó

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