miércoles, 2 de agosto de 2017
El meteorólogo
¿Cómo todo un jefe del Servicio Meteorológico de la URSS, A F Vangengheim, fiel al régimen, es encerrado en un gulag durante cuatro años y luego asesinado?
Olivier Rolin narra el episodio de una de las víctimas inocentes del terror stalinista con estilo sobrio y al mismo tiempo conmovedor. Con él descubrimos una correspondencia dirigida a sus queriditas mujer e hija pequeña, donde explica cómo va su ánimo y su confianza en tener respuesta positiva a peticiones de revisión de su caso,que por error, le ha llevado a las gélidas islas Solovki. Se siente afortunado por trabajar en la biblioteca, llena de ejemplares de deportados o expropiados de los antiguos, los prerevolucionarios.
A parte de hacer inventarios y limpiar, puede estudiar e incluso dibujar herbarios, unas minilecciones de ciencias y proponer unas deliciosas adivinanzas en acuarelas que recuerdan las de Magritte, todo para su añorada pequeña. Va enviando incluso retratos de Stalin, hechos a piedrecillas, para demostrar que mi confianza en el poder soviético sigue incólume.
Sorprende esa fe en el partido. No es creible que un científico culto demuestre una y otra vez tan poca rebeldía. Imaginamos que la realidad del terror bolchevique le obliga a protegerse a él y sobre todo a las suyas. No es un tipo medio, como defiende Rolin, sino un padre sacrificado y metódico que saca fuerzas hasta para ilustrar esperanza a su familia. Otra manera de ser un héroe.
He leído la versión impresa por Libros del Asteroide, tan bien editada e ilustrada. Pongo en la cabecera otra, ya que en la portada hay algunos dibujos del protagonista, los mejor iluminados que he encontrado en la red.
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