K-Freischütz

He asistido a dos representaciones (dias 15 y 20) con diferente reparto del Freischütz en el Liceu. Ataca la escena Konwitschny de nuevo, ingenioso a veces, ridículo otras.

El primer acto no tiene ningún interés. Ni hay un coro veradaderamente burlón, el fondo es muy pobre, el águila da mucha penita. Y ya no digamos cuando aparecen la chicas en el comedor con una mesa camilla, una tristes velas y un carillón. La cosa emperora con un telón de lucecitas y el hueco de la ventana de Agathe.

En cambio, las intervenciones del demonio Samiel me han parecido más afortunadas a excepción de sus aullidos en el coro de los cazadores.

Me gusta Samiel cuando aparece en impecable traje blanco escuchando los ruegos de Kaspar, o acompañando a Max desde un pozo con alitas de ángel y lamiendo el arma. Caras del mal, terroríficas, con el rostro y cuerpo de Brendemühl. Brillante el gesto final al arrancar el alma de Kaspar en un ligero pañuelo verde. El verde vital que aparece en el atuendo de la animosa Ännchen o en la primera escena acto 3 (video2) como opuesto al rojo demoníaco.

Me interesó sobretodo la escena surrealista del barranco del lobo. El bosque nocturno, símbolo del terror romántico, es sustituido por una pesadilla confusa y terrorífica a base de cuerpos celestes y criaturas espectrales. Las fuerzas del mal  se mueven con la música, la luna se apaga, el cielo cae mientras Kaspar funde las balas mágicas:

 

Michael Boder le saca el jugo a la orquesta y el coro en esta gran escena, que acaba con un Samiel con aspecto debilitado, en toalla y bombín y un reloj que marca la cuenta atrás. Las cantantes femeninas lucen más en el segundo reparto (Jensen y de la Merced), lo contrario que con los protagonistas masculinos. Ventris es mucho mejor Max que Ryan, y Dohmen superior al Kaspar de Woldt. Magnífica la viola solista que juguetea con las visiones y sueños de las damas y las flores de las coronas.




Las escenas finales no son muy visuales, sólo una deslumbrante palomita brilla en exceso y unas bellas coloridas damas alineadas en el suelo como cadáveres de catástrofe (presas de caza?) tienen su interés. El ascensor rojo es una buena idea de partida pero creo que no se potencia suficientemente y apenas se usa un par de veces. Hubiera estado bien tener el mejor combinado de cantantes, alguna sorpresa más rotunda en la escena y unos metales más afinados para redondear esta ópera que no conocía y que me ha encantado. La música tiene momentos brillantes, en particular los más sombríos, que es donde K se luce.


Buscando alternativas a los tenores que hemos escuchado en el Liceu, he hallado este tesorito de Max, y su aria de la escena cuarta, Nein, länger trag ich nicht die Qualen, tan bien acompañado por la Münchner Rundfunkorchester Dirigidos por Michael Güttler: